26 oct 2009

De tu perdición... a la tristeza


No sé en que minuto te perdimos, ni en que estación remota de la vida te has quedado. No sé en que momento tus neuronas se fueron apagando, o no sé si el vicio que pide a gritos tu cuerpo, es más fuerte como para no permitirte volver.


Es complejo mirar alrededor y dar tres pasos al frente con dos y medio hacia atrás. El avance es tedioso y la vida cada día se torna un poco más densa.


La verdad, es que aún rezo por ti, por que algún día Dios le inyecte algo de cordura a tus pasos, que recapacites y dejes de mentir.


No puedo imaginar la vida que llevas ahora, no logro dimensionar lo complejo que es estar privado de libertad, no logro al menos poder sentir lo que tu sientes en este momento.


No sé si duermes, si comes o si te tratan mal. No sé si puedes bañarte o si ya pudo alguien llevarte al menos utiles personales para tu estadia en el infierno. Todo el mundo dice que de los errores se aprende, pero sé que tu eres una excepcion a la regla, siempre lo has sido.


Hace dos semanas, cuando habías vuelto al centro de rehabilitación, había escrito algo para ti... algo muy parecido a "palabras de aliento", algo muy parecido a lo que le llaman "reflexión". No sé por qué, el día en que te iba a enviar aquella carta la impresora no quizo funcionar; quizás Dios me dió una señal, quizás...


Aún no entiendo tu actitud, aún no entiendo lo fuerte que puede ser la Fisiología de una persona drogadicta y me he dado cuenta, que en ese sentido, lo objetivo de tu actuar, deja muy de lado a lo que sientes en el corazón o lo que tu alma anhela realizar.


No olvido el último domingo que te vi... no olvido tu desesperación y no olvido las ganas que tuve de tomarte de la mano y conducirte al centro de rehabilitación, lugar del que te habías escapado. No olvido el largo rato que lloré, en medio de la desesperación por retenerte y que no volvieras a causar más dolor ...en medio del dolor.


No sé que te llevo a actuar de la manera que actuaste, no sé que te llevo a agredir de esa manera, para terminar donde estás, para ni siquiera recapacitar y tan solo amenazar.


Asumo que nada de lo que se ha hecho por ti lo has valorado, aunque quiero pensar, que en algún momento de lucidez has podido darle las gracias a Dios por lo que te ha dado, por la familia que siempre ha tratado de apoyarte en cada uno de los tratamientos que se te han entregado.


Quiero asumir, que en los dos meses de cárcel que te dieron puedas pensar. Quiero imaginar, que podrás algún día en medio de tu oscuridad pedir perdón, por cada golpe, por cada lágrima y por cada noche sin dormir por tu causa.





Tears.-