14 nov 2008




Lávame las tristezas en el manantial de tu boca,
Se me adormecen los brazos de tantos cortes en la memoria…

Desnuda, ante el altar de los silencios furtivos
Acostumbro tolerar la impaciencia del mañana
Pero, necesito de tus manos.

He acabado arrumbando la discreción entre ollas sin lavar
La rutina consumió los cigarrillos que fumé indiscriminadamente
Y no pensé, no sentí, no supe nada de mí…

Es increíble vida mía como se apaga la luz del camino,
Dando pasos entrecortados sin rumbo fijo,
Con el alma desgarrada por los años.

Quedé con la voz difusa
Y las muñecas escindidas de tanto clamar por un poco de compasión,
La dignidad se perdió, lo que soñaba terminó siendo
un muñeco más de colección.

Profundidad de un océano impropio,
Acciones tácitas que no saben describir el dolor,
Personajes abstractos, en esta historia de horror.

Lávame las tristezas con tus besos, amor…
En esta agonía inocua no queda nada que decir…

Tomo la tinta y el papel con los dedos temblorosos
Dejo en herencia mi orgullo, la lujuria y la camisa de fuerzas
Que contenía mis locuras…

Ámame en mi lecho mortuorio, De mortaja pon tu cuerpo sobre mí…

…No tengas miedo…La aguja que brilla en la mesa de noche,
Puedes sumergirla en tus arterias...Y desangrarte por mí…


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